Comentario
Cuatro días después de la caída de Mussolini, Eisenhower había hablado por radio de la posibilidad que Italia tenía de alcanzar una paz honorable. Esto hizo pensar a muchos elementos situados cerca del poder en un armisticio al que podría llegarse de forma inmediata. El apoyo aliado anularía la amenaza que significaban unos alemanes que desconfiaban de la lealtad de quienes habían apartado del poder al Duce y sólo por temor seguían manteniendo su alianza con el Reich. En efecto, Hitler y sus generales estaban convencidos de que Italia saldría de la guerra en el momento en que pudiese, abriendo así la penetración aliada en el flanco sur del continente.Desde luego, por varios conductos diferentes, Italia trataba de inclinar a los aliados a esta solución, pero por el momento éstos no se mostraban dispuestos a acceder a un trato que no fuese referido a una paz incondicional. La existencia de estos intentos, desconexionados entre sí, mostraba claramente la confusión reinante en el país tras la caída del fascismo. Pero por parte aliada se mostraba asimismo la existencia de divergencias básicas entre sus miembros integrantes. Así, mientras Gran Bretaña era partidaria de la firma de un armisticio corto -de inmediata aplicación pero de duro contenido- los Estados Unidos preferían una forma de armisticio largo que contuviese términos menos expeditivos.También existía desacuerdo con respecto a los poderes existentes en Italia. Churchill apoyaba la permanencia de Víctor Manuel y Badoglio como garantía de orden. Roosevelt, imbuido en su papel de defensor de la democracia, prefería la sustitución de estos elementos que habían colaborado activamente con el fascismo durante dos decenios. Desde el primer ministro hasta la princesa heredera, pasando por el ex jerarca fascista Dino Grandi, se trataba de enlazar con los aliados a través de las más variadas personas y lugares.El gobierno de Roma, al tiempo que trataba de asegurar su fidelidad a su amenazador aliado del norte, enviaría una serie de misiones con este fin, pero daría con ello una impresión de confusión, ya que los delegados oficiosos no solamente se ignoraban entre sí sino que se interferían en sus cometidos respectivos. En todo caso, además, británicos y norteamericanos se encargarían de poner de manifiesto a los italianos su calidad de enemigos todavía beligerante, ya que estos actuaban como si esta condición hubiese sido superada de forma tácita.Finalmente, se llegó al acuerdo para la firma de la modalidad corta del armisticio. El acto tuvo lugar en una tienda de campaña situada en las inmediaciones de la localidad siciliana de Cassibile. Era la tarde del viernes 3 de septiembre de 1943. Con ello se ponía fin a la situación de guerra entre los aliados e Italia. Los responsables del gobierno de Roma contaban con que de esta forma el país salía del conflicto y que la presencia aliada serviría para alejar toda posibilidad de reacción por parte de Alemania. Sin embargo, el Reich seguía introduciendo fuerzas en el país, situándolas sobre la línea de los Apeninos con ánimo de cortar la península en caso de un potencial avance aliado.Los términos del armisticio de mayor importancia eran los siguientes: cese total de hostilidades por parte italiana; entrega de los prisioneros aliados así como de las flotas aérea y naval; rendición de la totalidad del territorio y repliegue de sus fuerzas estacionadas en territorios exteriores; concesión del libre acceso a puertos y aeródromos y obligación de negar asistencia a las fuerzas alemanas situadas en el país. Ante la amenaza que éstos suponían, Roma insiste ante los aliados en la necesidad de efectuar un inmediato desembarco en las cercanías de Roma. Pero ya los mandos anglosajones tienen sus propios planes sobre la bahía de Salerno. Por ello impusieron silencio sobre la firma del armisticio para hacer coincidir su comunicación pública con la operación.A las 18,30 del día 8 de septiembre de 1943, Eisenhower anuncia por radio el acuerdo firmado cinco días antes; Badoglio lo hace poco más de una hora después. Ahora, Italia ya no podrá jugar su peligrosísimo doble juego y se deberá enfrentar a los riesgos que la nueva situación implica. Aquella misma noche, las naves que transportan a las tropas aliadas se disponían a desembarcar en sus objetivos. Era la primera vez que el cuerpo de la Fortaleza europea era atacado. La dura reacción alemana no se haría esperar.